Casi todo el tiempo se elevan, entre golpes, su pluriculturalidad y mi monointelectualidad. El sollastre sacó de sus gavetas blancas los cuchillos azules, está de pie, de espaldas a mi, pero yo observo como sazona con sus yerbas la vida de otros, su misma vida está saturada de tantas cosas pre-fabricadas, cosas que hicieron el intento de penetrar sus poros al mismo tiempo y que al acercarse tan deprisa se atascaron unas con otras cercando al sollastre, el es muy orgánico pero su ropa continúa empapada por la industria, la bebida, la gente y la ciudad... Yo lo veo porque me deja hacerlo, de cerca, de lejos, de cualquier manera, me deja hacerlo, me da lo que le he pedido, siempre y cuando sea con una sonrisa, entonces acerca su cucharón de metal y me da a sorber uno de los tantos placeres de la vida, la comida.